El Genio de la botella


Había un leñador muy pobre que trabajaba desde la madrugada hasta la noche para dar de comer a su único hijo, y ahorrar algo de dinero para que este pueda estudiar. De esta manera cuando el niño creciera podría tener un buen trabajo y mantener a su padre cuando este sea viejo.

En cuanto el padre reunió un poco de dinero su hijo comenzó los estudios, le ponía mucha dedicación y así se transformó con el tiempo en un excelente estudiante. Pero para su desilusión, cuando todavía le faltaba unos años para recibirse, el padre se quedó sin los ahorros y  tuvo que abandonar los estudios.

El padre se entristeció y retomó su trabajo duramente para ahorrar más dinero. Su hijo, que era consciente de lo que costaba conseguir el dinero, le pidió un hacha para acompañarlo al bosque a cortar leña. Como su padre solo tenía una, le pidió prestada a un vecino con la promesa de comprarle una nueva en cuanto ganara dinero.

Fueron al bosque un día de mucho calor tanto que al mediodía, cuando el sol golpeaba muy fuerte el padre le propuso descansar un poco. El hijo que no estaba tan cansado se fue a dar un paseo. Caminó un largo rato hasta que se sentó a la sombra de un altísimo árbol.

De pronto escuchó que alguien gritaba:

- Ayúdeme, déjeme salir –

El hijo del leñador miró para todos lados para hallar a la persona que pedía con tanta urgencia auxilio, pero en los alrededores no se veía a nadie.

Los gritos eran cada vez más fuertes.

- ¿Dónde estas? – gritó el joven.
- Acá, debajo del árbol.

El joven dio vueltas alrededor del árbol y no halló nada, cavó en la tierra y encontró una botella con algo adentro que creyó ser una rana, la miró y cuando la estaba por tirar escuchó:

- ¡Soy yo! – gritó la voz – Déjeme salir-

Con un poco de desconfianza de que la voz provenga de esa botella, sacó el tapón y de la misma salió un genio que mientras salía se hacía cada vez más grande, al punto de llegar casi a la copa del árbol.

- Gracias, me sentía aburrido ahí dentro – le dijo el genio al joven, quien no salía de su asombro – ahora como recompensa por salvarme te tendré que matar, perdón pero debo hacerlo para ser totalmente libre.

- ¿Eso te parece una recompensa? – le respondió el joven, sin embargo,  como era muy astuto agregó - ¿Cómo se que tú, que eres tan grande, eres el mismo que estaba en la botella? Si me demuestras que puedes entrar de nuevo permitiré que me mates y seas libre.

El genio muy orgulloso se fue encogiendo hasta entrar en la botella y antes de que pueda salir, el joven puso el tapón y se retiró.

- ¡Por favor no te vayas! – le suplicó el genio – prometo no matarte y a cambio no te faltara nada en la vida.

El joven volvió y meditó que hacer, no confiaba en la palabra del genio pero la sola idea de poder terminar los estudios y tener siempre algo para comer lo tentaba mucho como para arriesgarse. Así que abrió la botella, el genio salió y en agradecimiento le dio una tela con dos colores diferentes de cada lado.

- Si tocas hierro con este lado de la tela se transformará en plata – le dijo el genio y continuó – y con este otro podrás curar.

Con desconfianza tocó el hacha con la tela y tal como se lo había dicho el genio se transformó en un hacha de plata. Convencido entonces de que el genio no lo había engañado le agradeció y volvió alegre junto a su padre para contarle lo sucedido, pero el padre estaba tan enojado porque su hijo lo había dejado solo unas horas con el trabajo, que no tuvo ocasión para hablar y escondió la tela en el bolsillo.

Se dispuso a continuar con el trabajo pero olvidó que su hacha era de plata ahora y en cuanto quiso cortar un árbol se rompió, lo cual enfureció más al padre que no sabía como se la devolverían al vecino.

- Intentaré de vender el hacha rota para que nos den algo de plata, encontraré una solución – le prometió su hijo.

Y partió al pueblo al taller de un negociante que compraba cosas usadas, este, apenas vio que el hacha era de plata le ofreció muchísimo dinero, tanto como para terminar los estudios y darle de comer a su padre.

Llegó a su casa, le contó a su padre todo lo sucedido con el genio, y años más tarde, el joven se graduó de médico. Gracias al obsequio del genio para curar con la tela, se convirtió en un prestigioso y apreciado médico, y su padre pudo descansar después de tantos años de trabajo duro.